Cuando hablamos de salud y nutrición, una de las herramientas más comunes para evaluar si nuestro peso está en un rango saludable es el Índice de Masa Corporal, mejor conocido como IMC. Aunque no es una medida perfecta, el IMC sigue siendo una guía útil y rápida para saber si estamos en un peso adecuado según nuestra estatura. Pero… ¿qué es exactamente el IMC?, ¿cómo se calcula y qué tan confiable es? Aquí te lo explico todo.
¿Qué es el IMC?
El IMC es un número que se obtiene al dividir nuestro peso en kilogramos entre nuestra estatura en metros al cuadrado. Esta fórmula fue desarrollada por el estadístico belga Adolphe Quetelet en el siglo XIX, y desde entonces se ha utilizado como un indicador general del estado nutricional de una persona adulta.
Conocer tu IMC puede ser un buen punto de partida para reflexionar sobre tu salud física. Si el resultado está fuera del rango saludable, no se trata de alarmarse, sino de considerar hacer cambios positivos en tu estilo de vida: mejorar tu alimentación, moverte más, dormir mejor y buscar apoyo si es necesario.
Origen
El Índice de Masa Corporal (IMC) tiene una historia interesante que quizás no conocías. Esta fórmula no fue creada originalmente con fines médicos, sino estadísticos. El responsable fue Adolphe Quetelet, un matemático, astrónomo y sociólogo belga del siglo XIX.
Quetelet buscaba definir al “hombre promedio” y entender las características físicas de la población. Para ello, desarrolló lo que entonces llamó el "índice de Quetelet", que consistía en dividir el peso corporal por la estatura al cuadrado. Lo que le interesaba no era la salud individual, sino entender patrones poblacionales.
No fue sino hasta la década de los 70, más de un siglo después, que el término "Índice de Masa Corporal" comenzó a utilizarse en el ámbito médico, principalmente por el investigador Ancel Keys. Él defendió el uso del IMC como una herramienta práctica y accesible para evaluar el peso corporal en estudios epidemiológicos, ya que mostraba buena correlación con la grasa corporal en adultos.
Desde entonces, el IMC ha sido adoptado por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), especialmente para monitorear tendencias de obesidad y desnutrición a nivel poblacional.
Utilidad
El IMC puede parecer solo un número, pero en realidad tiene muchas aplicaciones prácticas, especialmente cuando se utiliza como una herramienta de orientación y no como un juicio definitivo sobre la salud. Veamos por qué sigue siendo útil y cuándo conviene usarlo:
1. Es una herramienta de cribado rápida y accesible
Una de las grandes ventajas del IMC es que permite identificar de forma rápida si una persona puede estar en riesgo de tener un peso no saludable. No necesita laboratorios ni equipos sofisticados: basta con saber tu peso y estatura.
Esto lo convierte en una herramienta muy útil en:
- Consultas de atención primaria
- Campañas de salud pública
- Evaluaciones escolares
- Estudios poblacionales y encuestas de salud
2. Punto de partida para la evaluación nutricional
Aunque no da una visión completa, el IMC sirve como primer paso para iniciar una evaluación más profunda. Si el resultado está fuera del rango saludable, puede motivar a la persona a buscar ayuda profesional, hacerse otros estudios o reflexionar sobre sus hábitos de vida.
Como nutriólogo, muchas veces el IMC es una puerta de entrada a una conversación más completa sobre alimentación, estilo de vida, emociones y salud integral.
3. Monitoreo de cambios a lo largo del tiempo
El IMC también es útil para hacer seguimiento del progreso de una persona cuando está en un proceso de cambio corporal, ya sea por motivos de salud, deportivos o personales. Aunque no se recomienda obsesionarse con el número, puede ser una guía para ver tendencias a lo largo del tiempo, sobre todo si se combina con otras medidas como:
- Circunferencia de cintura
- Porcentaje de grasa corporal
- Peso muscular
- Estado metabólico
4. Herramienta clave en salud pública
En el ámbito poblacional, el IMC ha sido fundamental para que gobiernos, instituciones de salud y organizaciones como la OMS puedan:
- Medir los niveles de obesidad y desnutrición en países y regiones
- Identificar poblaciones en riesgo
- Diseñar políticas de prevención y campañas educativas
- Monitorear la evolución de enfermedades asociadas al peso
¿Cómo se calcula el IMC?
Calcular el Índice de Masa Corporal (IMC) es muy sencillo y solo necesitas dos datos: tu peso en kilogramos y tu estatura en metros. A partir de ahí, se aplica una fórmula matemática básica.
Luego, haces lo siguiente:
Divides tu peso entre tu estatura multiplicada por sí misma.
Es decir:
IMC = peso en kilogramos
estatura en metros al cuadrado.
Ventajas del IMC: ¿por qué sigue siendo útil?
Aunque el IMC no es una herramienta perfecta (y eso es importante tenerlo en cuenta), tiene varias ventajas que explican por qué todavía se usa ampliamente en nutrición, medicina y salud pública. Es una especie de “termómetro inicial” que nos permite tener una idea general del estado nutricional de una persona.
Aquí te comparto sus principales beneficios:
1. Fácil de calcular
No necesitas ser matemático para obtener tu IMC. Con solo saber tu peso y estatura, puedes hacer el cálculo en segundos, incluso con una calculadora básica o en una hoja de papel. También existen muchas calculadoras automáticas en línea.
2. Accesible para todos
No se requiere equipo especializado ni exámenes de laboratorio. Esto lo convierte en una herramienta económica y universal, ideal para aplicarse en consultas rápidas, campañas de salud o en comunidades con recursos limitados.
3. Útil para identificar riesgos en salud
Un IMC alto o bajo puede alertar sobre posibles riesgos de salud.
Por ejemplo:
Un IMC elevado se asocia con mayor riesgo de enfermedades como:
- Diabetes tipo 2
- Hipertensión arterial
- Enfermedades cardiovasculares
- Problemas articulares
Un IMC bajo puede indicar:
- Desnutrición
- Deficiencias nutricionales
- Riesgo en mujeres embarazadas o adultos mayores
En ambos casos, el IMC nos permite “encender la alerta” y buscar una evaluación más completa.
4. Útil para monitorear progresos
Durante un tratamiento nutricional, el IMC puede usarse como guía para monitorear el progreso de una persona. Aunque no debe ser el único indicador, sí ayuda a ver si hay cambios en la relación entre peso y estatura a lo largo del tiempo.
5. Clave en estudios poblacionales
A nivel de salud pública, el IMC es fundamental para:
- Analizar tendencias de obesidad y bajo peso
- Comparar datos entre diferentes países o regiones
- Diseñar políticas públicas, campañas de prevención y programas de educación alimentaria
Gracias al IMC, instituciones como la OMS o los CDC han podido generar estrategias globales para combatir el sobrepeso, la desnutrición y las enfermedades no transmisibles.
Diagnóstico y evaluación con IMC: ¿Cuándo es momento de profundizar?
El IMC por sí solo no es un diagnóstico clínico, pero sí puede ser el punto de partida para una evaluación más completa de la salud física y metabólica. Es como una señal de "¡atención!", que indica que algo podría no estar en equilibrio y que sería buena idea mirar un poco más adentro.
¿El IMC se usa para diagnosticar enfermedades?
No directamente. El IMC no diagnostica enfermedades, pero cuando está fuera del rango saludable, puede estar asociado a condiciones como:
- Desnutrición (cuando el IMC es bajo)
- Sobrepeso u obesidad (cuando el IMC es elevado)
- Riesgo de enfermedades metabólicas (como diabetes tipo 2, hipertensión, hígado graso, síndrome metabólico)
¿Qué otros elementos se consideran para un diagnóstico más preciso?
Para obtener una visión más completa del estado de salud de una persona, se recomienda complementar el IMC con:
Evaluación complementaria
- Circunferencia de cintura: Ayuda a estimar la grasa visceral, clave para riesgo cardiovascular.
- Porcentaje de grasa corporal: Diferencia entre masa muscular y grasa total.
- Índice cintura–cadera (ICC): Evalúa la distribución de la grasa.
- Bioimpedancia o DEXA: Técnicas más precisas para analizar composición corporal.
- Pruebas de laboratorio: Como glucosa, insulina, colesterol, triglicéridos, enzimas hepáticas.
- Evaluación de hábitos y estilo de vida: Incluye alimentación, movimiento, sueño, emociones.
Diagnóstico con mirada integral
Un diagnóstico en nutrición y salud no solo se basa en números. También se debe considerar:
- Historia clínica y antecedentes familiares
- Estado emocional y nivel de estrés
- Relación con la comida y la imagen corporal
- Nivel de energía, digestión, calidad del sueño
Complicaciones asociadas a un IMC fuera del rango saludable
Tener un IMC muy bajo o alto no solo afecta la estética corporal, sino que puede ser un reflejo de desequilibrios internos que aumentan el riesgo de ciertas enfermedades. Es importante aclarar que el IMC por sí solo no causa estas condiciones, pero sí puede ser un indicador de alerta cuando el cuerpo está en un estado de vulnerabilidad.
IMC BAJO: posibles complicaciones por desnutrición
- Un IMC por debajo de 18.5 puede indicar bajo peso o desnutrición, lo cual impacta negativamente en diversas funciones del cuerpo:
- Debilitamiento del sistema inmunológico: mayor susceptibilidad a infecciones.
- Pérdida de masa muscular y fuerza:fatiga, caídas y lesiones, especialmente en adultos mayores.
- Anemia y deficiencias nutricionales: como falta de hierro, zinc, vitamina B12 y otros micronutrientes esenciales.
- Alteraciones hormonales: como la pérdida de la menstruación en mujeres (amenorrea).
- Problemas óseos: mayor riesgo de osteoporosis y fracturas.
- Trastornos alimentarios: como anorexia nerviosa, que pueden tener consecuencias físicas y emocionales graves.
IMC ALTO: posibles complicaciones por sobrepeso u obesidad
Cuando el IMC supera los 25, se considera sobrepeso, y por encima de 30, obesidad. Estos niveles están relacionados con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles, muchas de las cuales pueden prevenirse con cambios en el estilo de vida.
Entre las complicaciones más frecuentes encontramos:
Problemas cardiovasculares:
- Hipertensión arterial
- Aumento del colesterol y triglicéridos
- Mayor riesgo de infarto y enfermedad coronaria
Metabólicas:
- Resistencia a la insulina
- Diabetes tipo 2
- Síndrome metabólico
Neurológicas:
- Mayor riesgo de accidente cerebrovascular
- Trastornos del sueño, como apnea obstructiva del sueño
- Osteoarticulares:
- Dolor crónico en rodillas, cadera o espalda
- Artrosis
Emocionales y psicosociales:
- Baja autoestima y ansiedad
- Discriminación y estigmatización social
- Trastornos de la imagen corporal
Otros riesgos:
- Mayor predisposición a ciertos tipos de cáncer (colon, mama, endometrio)
- Problemas hepáticos como hígado graso no alcohólico (NAFLD)
- Complicaciones en el embarazo (diabetes gestacional, hipertensión, parto prematuro)
¿Qué hacer si mi IMC está fuera de lo saludable?
No se trata de entrar en pánico, sino de usar el IMC como una señal de autoobservación. Lo ideal es acudir a un profesional de salud o nutrición que pueda hacer una evaluación más completa, incluyendo:
- Composición corporal (masa grasa y muscular)
- Circunferencia de cintura
- Hábitos alimentarios
- Nivel de actividad física
- Salud emocional y estilo de vida
La buena noticia es que muchos de estos riesgos pueden prevenirse, tratarse o incluso revertirse con cambios sostenibles y compasivos.
Limitaciones del IMC: lo que no te dice este número
Aunque el Índice de Masa Corporal (IMC) es una herramienta muy utilizada en nutrición y medicina por su practicidad, tiene varias limitaciones importantes que debemos considerar. No se trata de “desecharlo”, sino de entender que no lo dice todo y que siempre debe complementarse con otros indicadores más personalizados.
Aquí te explico por qué no debemos depender únicamente del IMC para evaluar la salud de una persona:
1. No distingue entre músculo y grasa:
Una de las principales limitaciones del IMC es que no diferencia entre masa grasa y masa muscular. Por ejemplo:
- Un atleta o una persona muy musculosa puede tener un IMC alto y estar perfectamente saludable.
- Una persona con poco músculo, pero con alta grasa corporal puede tener un IMC "normal", aunque internamente esté en riesgo.
- Por eso, una persona delgada no siempre es saludable y una persona con sobrepeso no siempre está en riesgo.
2. No evalúa la distribución de la grasa corporal:
- El IMC no muestra dónde se acumula la grasa, y esto es clave para evaluar el riesgo cardiovascular y metabólico.
- La grasa abdominal (visceral) es más peligrosa que la grasa en caderas o muslos.
- Una circunferencia de cintura elevada puede ser un mejor indicador de riesgo cardio metabólico que el IMC.
3. No considera edad, sexo ni etnicidad:
El cuerpo cambia naturalmente con la edad, y hay diferencias significativas según el sexo y la genética. Por ejemplo:
- Las mujeres tienden a tener mayor porcentaje de grasa corporal que los hombres.
- En algunas etnias, los riesgos metabólicos aparecen con un IMC más bajo.
Por eso, un mismo valor de IMC puede tener implicaciones distintas según la persona.
4. No es útil para todos los grupos poblacionales:
El IMC no está diseñado para ciertos grupos, como:
- Niños y adolescentes: requieren curvas de crecimiento específicas por edad y sexo.
- Mujeres embarazadas o lactando: el cuerpo atraviesa cambios naturales que hacen que el IMC no sea un buen indicador.
- Personas mayores: pueden perder masa muscular con los años, manteniendo un IMC normal, pero con baja funcionalidad.
5. Puede fomentar juicios o estigmas:
Cuando se usa de forma rígida o aislada, el IMC puede llevar a:
- Diagnósticos simplistas o erróneos.
- Sentimientos de culpa, vergüenza o frustración por parte del paciente.
- Ignorar hábitos saludables si el número parece "normal".
Recomendaciones para cuidar tu salud más allá del IMC
El Índice de Masa Corporal (IMC) puede ser una guía inicial para reflexionar sobre nuestro estado nutricional, pero la verdadera salud va mucho más allá de un número. Aquí te comparto algunas recomendaciones clave para mantener (o recuperar) un equilibrio saludable en cuerpo, mente y alma.
1. Aliméntate con conciencia y variedad:
- Prioriza alimentos naturales y frescos: frutas, verduras, legumbres, semillas, cereales integrales y grasas saludables.
- Evita dietas extremas. Lo ideal es comer de forma sostenible y placentera, sin culpa ni obsesión.
- Escucha a tu cuerpo: come cuando tengas hambre real y detente cuando estés satisfecha/o.
2. Mantente activa/o según tus posibilidades:
- Realiza al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana (caminar, bailar, nadar, andar en bici).
- Elige actividades que disfrutes, así no será una obligación, sino un regalo para tu cuerpo.
- No es solo por el peso: el movimiento mejora tu ánimo, digestión, circulación y calidad del sueño.
3. Cuida tu salud emocional:
- El estrés, la ansiedad o el duelo pueden alterar nuestro apetito, peso y bienestar.
- Busca espacios de descanso emocional, conexión interior, meditación o acompañamiento terapéutico.
- Tu valor no está en la balanza. Un cuerpo sano es aquel que puede sentir, moverse y sostenerte en tu día a día.
4. Consulta con profesionales de salud de forma regular:
- No te autodiagnostiques solo con el IMC.
- Acude con un Nutriólogo/a de confianza para una evaluación más completa que incluya:
- Circunferencia de cintura
- Porcentaje de grasa corporal
- Historial clínico y emocional
- La prevención y la atención oportuna son claves.
5. Usa el IMC como referencia, no como sentencia:
- Recuerda que el IMC no determina quién eres ni tu estado de salud total.
- Úsalo como una herramienta de apoyo, no como una etiqueta.
- Tu bienestar es integral: incluye alimentación, movimiento, descanso, emociones, vínculos, propósito y auto amor.
Elaboró: Pasante de prácticas profesionales de la Lic. en Nutrición JACQUELINE RAMIREZ NARANJO
Revisó: LN Laura Carolina Soto Ham.
Referencias:
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